Vivir es para cobardes by Ángel López

Vivir es para cobardes by Ángel López

autor:Ángel López
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
publicado: 2014-02-14T23:00:00+00:00


Un cabrón amargado, una rubia exótica y mucho whisky con hielo

Mientras esperaba a Olivia me fijé en un grupo de adolescentes que hacía bastante ruido. Los cabrones gritaban tanto que me enteré de toda su vida. Iban a pasar unos días a Portugal, los cinco profesores que iban con ellos seguramente no tenían ni puta idea de lo que se les venía encima, pobres infelices. En el fondo me fascinaba la adolescencia, cómo funcionaba psicológicamente y todo eso. Sobre todo la parte del amor, y más en las mujeres. En la adolescencia, las mujeres solían buscar chicos más mayores porque los de su edad eran unos inmaduros cobardes y gilipollas que se pasaban el día bebiendo, fumando, haciendo el capullo o jugando a los videojuegos. Los mayores, en cambio, eran fríos hijos de puta que lo único que querían era conseguir el mayor número de vaginas fáciles posible. Así que ahí estaba, el angustioso círculo del amor adolescente. Los mayores buscaban pequeñas, y las pequeñas buscaban hombres supuestamente maduros que las supieran querer de verdad. La sorpresa venía cuando éstas descubrían que los mayores no eran mucho mejores que los pequeños y solo querían follárselas para poder seguir bebiendo, fumando y jugando a los videojuegos. Así, muchas de las chicas se iban convirtiendo en una especie de seres desengañados con los hombres y con la vida, con un ideal de amor romántico roto y una noción perturbada de las relaciones con el sexo opuesto mientras los chicos de su edad no podían conseguir nada con ellas y se convertían en masturbadores profesionales hasta que podían dedicarse a cazar chicas de un par de años menos, y el círculo se repetía una y otra vez. Si tuviera que darle un consejo a un hombre sería: no tengas nada serio con una mujer hasta los veinticinco. Y a una mujer le diría: no tengas nada serio con ningún hombre nunca, somos todos unos gilipollas y lo único que haremos será amargarte la vida.

Olivia estaba tardando más de lo habitual. Me senté en un banco y saqué el móvil. Estaba apagado. Alan Coll, eres un gilipollas.

Lo encendí y ahí estaba, el sumamente predecible mensaje de ella que habría visto si no hubiera sido tan inútil. El embarque se ha retrasado tres horas, si tienes cosas que hacer no me esperes, cogeré un taxi y volveré directamente a casa. Olivia. Tenía el día libre, como de costumbre, así que me fui al bar y pedí un vaso de whisky con hielo. Le di diez euros al camarero, rechazando cualquier tipo de conversación, y le dije que se quedara con el cambio, yo me quedaría el vaso. Volví al banco y me tumbé con el vaso en la mano mientras veía volver a las interminables hileras de viajeros y los románticos reencuentros de las parejas en el aeropuerto.

Un vigilante se acercó a mí y se quedó de pie mirándome con cara de pocos amigos.

- No se puede beber aquí- arrancó agarrándose el cinturón con pretenciosos aires de superioridad.



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